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Un sistema de transporte inteligente logra satisfacer los servicios de movilidad con una gran reducción del consumo de energía, gracias a la eficiencia de los vehículos y al alto grado de ocupación que se consigue con los servicios de movilidad compartidos. La mayor parte del transporte es eléctrico y los vehículos intercambian energía con la red; de esta manera los consumidores participan en la operación y gestión del sistema eléctrico, ofreciendo servicios muy valiosos de gestión y respuesta de la demanda y facilitando la integración de la electricidad 100% renovable.

 

La incorporación de la inteligencia económica en este sector es clave. Los beneficios económicos del sector tienen que dejar de vincularse al número de vehículos vendidos, y ligarse a ofrecer servicios de movilidad con el mínimo consumo energético y la máxima comodidad para los usuarios.



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